por Carlos Valdebenito Avendaño – CE5VAO

En nuestra ciudad ocurrió, según relatos históricos, el milagro más comentado en nuestra comuna. Se trata de la Virgen del Boldo, de Penco.

Existen varias versiones de la aparición milagrosa de la Virgen, en los campos de batalla de Penco, aunque son dos las más documentadas. La primera, del 12 de marzo de 1550, durante la «Batalla de Penco», relatada por el cronista Diego de Rosales: «Arremetiendo los siete mil indios a los pocos españoles y cuando ya venían cerca, salieron los españoles del fuerte y embistieron. En la más ferviente batalla, los indios comenzaron a huir desordenadamente, no siendo la huida por el combate».

Los españoles vieron bajar una gran luz sobre los enemigos a manera de rayo. Les preguntaron después a los prisioneros que lograron capturar, ¿qué luz había sido aquella que fue la causa de que huyeran tan al principio de la batalla? Los Mapuche les respondieron que habían huido, por haber visto delante de los españoles una señora hermosísima, cercada de un gran resplandor, que con sólo verla les asombraba y les cegaba la vista, tirándoles puñados de polvos a los ojos, con lo que los obligaba a retirarse sin poder seguir avanzando.

Para memoria de aquello, el domingo 5 de octubre de 1550, Valdivia, junto con fundar la ciudad, designa 6 cuadras para la construcción de una ermita a la Virgen de Guadalupe, en el lugar donde apareció. Dicha construcción, sólo se materializaría 20 años más tarde, el año 1570 (construida en adobe y destruida luego por el terremoto de 1657). Todos los años, en memoria y agradecimiento, con gran solemnidad y participación del pueblo, se realiza una procesión hacía el boldo donde se habría aparecido la virgen; ubicado en el sector La Ermita de Penco.

La otra versión se remonta 45 años más tarde, al 1599 cuando los mapuches destruyeron las siete ciudades fundadas al sur del Biobío: Imperial, Valdivia, Angol de los Confines, Osorno, Cañete y Santa Cruz. Los sobrevivientes se organizaron y corrieron a través de los bosques para buscar amparo en Penco. Como en la ciudad no había casas ni alimentos suficientes para para esa gente, fue necesario enviarlas al norte escoltados por algunos soldados.

Cuenta la historia, que la guarnición de Penco estaba muy disminuida, había aquí menos de 50 hombres. Los pobladores, muy angustiados y atemorizados, hicieron una desesperada, pero ordenada, procesión a la Virgen de Guadalupe. Todos iban descalzos, en penitencia.

Al llegar los indígenas e iniciar el ataque, el Capitán a cargo, Joaquín de Benavides salió a enfrentarlos, ganando sorprendentemente combate con mucha facilidad, debido a que los mapuche estaban enceguecidos. Al tomarlos prisioneros, les preguntaron por qué habían perdido la vista y éstos dijeron que cuando se acercaban a la ciudad, una joven se apareció súbitamente en la copa del boldo, la que habría asustado a los atacantes. La joven descendió tomo tierra y se las arrojó a los ojos, dejándolos ciegos. Desde entonces, a la Virgen de la Loma se la llamó la Virgen del Boldo, y a partir de esa experiencia, el ejército araucano no volvió a sitiar la capital del sur.

Por esto, y frente a las peores calamidades de la naturaleza; temblores o salidas de mar, los españoles y los criollos de Penco corrían a refugiarse en este lugar. A venerar la llamada «Virgen de la Loma», venían las viudas y los huérfanos de la Guerra de Arauco.

En este milagroso lugar, para el cual Valdivia designó solar para la construcción de una ermita, las viudas formaron un beaterio, que años más tarde se transformaría en el Monasterio de las Monjas Trinitarias, quienes aún conservan una hermosa imagen de la Virgen del Boldo.